Rosa Mosqueta: Invasora Beneficiosa
Nativa del continente europeo, la rosa mosqueta (rosa rubiginosa o rosa eglanteria) es un arbusto perenne de ramas delgadas, largas, enmarañadas, arqueadas y muy espinosas. De la familia de las rosáceas, esta planta mide hasta 2,5 m de alto, tiene hojas pecioladas y alternas.
Sus flores son rosas, abiertas, de unos 5 cm de diámetro. Tienen pocos pétalos y aspecto delicado. Tal como describen desde el Sistema de Información de Biodiversidad de Parques Nacionales, las hojas de la rosa mosqueta son “compuestas e imparipinnadas, con entre 5 y 9 folíolos de forma aovada de borde finamente aserrado, de hasta 6 cm de largo cada uno”.
Las flores están agrupadas en corimbos, poseen un cáliz con 5 sépalos y una corola con 5 pétalos libres de color rosa pálido.
Fuente: SIB
En el centro de la flor se destacan numerosos estambres y estilos. La infrutescencia (lo que solemos llamar frutos) es aovada, de color rojo, de unos 2 cm de largo. Los frutos, propiamente, son aquenios encerrados por el tálamo engrosado de la flor.
Originaria de los Alpes europeos, es una especie extremadamente frecuente en la Patagonia norte y se comporta como una maleza bastante agresiva: invade rápidamente diversos ambientes, desde pastizales, sectores húmedos de la estepa extraandina, claros del bosque, sotobosques y sectores de la alta cordillera. La rosa mosqueta conforma matorrales espinosos, intrincados e impenetrables, y desplaza a las especies nativas.
Los frutos de la especie son comestibles y presentan diversas aplicaciones, como en cosmética, farmacología y gastronomía, entre otras. “Por su alto contenido de vitamina C (aproximadamente unos 600 mg cada 100 gramos), recomiendo comer crudos sus frutos, un puñado todos los días, sacando bien los pelos y semillas. De esta manera estimularemos nuestras defensas”, dice la médica naturista Sara Itkin.
Y agrega: “Los frutos son tonificantes útiles en fatiga y agotamiento físico. El cocimiento de los frutos de la rosa mosqueta depura la sangre y es diurético; lo aconsejo para gota y procesos reumáticos. El aceite resultante del prensado de las semillas es una maravilla para pieles castigadas”.
Las “bondades” de la rosa mosqueta son múltiples. El té, por ejemplo, posee propiedades antiinflamatorias y contribuye a una buena digestión. Además, por su contenido antioxidante, la rosa mosqueta combate el estrés oxidativo y protege nuestras células de los daños causados por los radicales libres.
En cuanto a sus usos en cosmética, el aceite y la crema de rosa mosqueta resultan potentes aliados en la regeneración cutánea. Se utiliza para tratar cicatrices, atenuar manchas y estrías.
Gracias a sus ácidos esenciales, esos productos no sólo mejoran la pigmentación de la piel, sino que también ayudan a unificar el tono y la textura. Las vitaminas A y C que contiene la rosa mosqueta favorecen la producción de colágeno y de ácido hialurónico natural de la piel, y eso contribuye a devolverle poco a poco su flexibilidad.
Según explican desde el banco de semillas Dinafem, el aceite de rosa mosqueta se extrae de las semillas del fruto a través de prensado en frío. El líquido resultante es muy rico en ácidos grasos, tales como ácido linoleico, perteneciente al grupo de Omega 6, y ácido oleico, perteneciente al grupo de Omega 9. Gracias a esos ácidos grasos, la aplicación de aceite rosa mosqueta en la piel ofrece los siguientes beneficios:
Reparación de pieles quemadas.
Regeneración de los tejidos después de una cirugía.
Estimulación de la producción de colágeno y elastina, ambos responsables de la firmeza y elasticidad de la piel.
Mejoramiento en el aspecto de las cicatrices.
Hidratación profunda.
Redistribución de la pigmentación de la piel.
La rosa mosqueta también posee beneficios a nivel alimenticio. Sus propiedades nutricionales derivan, por un lado, de los altos niveles de ácidos grasos presentes en las semillas y en las cáscaras del fruto. Asimismo, esta planta es una importante fuente de vitamina C, magnesio, flavonoides y carotenoides. Estos nutrientes se consumen mediante el polvo extraído de las semillas y de las cáscaras del fruto, ambas secas.
En término de biodiversidad, aunque la invasora rosa mosqueta representa una seria amenaza para la biota nativa de las reservas naturales, algunas investigaciones han detectado algunos beneficios.
En The exotic shrub Rosa rubiginosa as a nurse plant. Implications for the restoration of disturbed temperate forests in Patagonia, expertos de la Universidad Nacional del Comahue y la Universidad Martín Lutero de Halle-Wittenberg, en Alemania, estudiaron la regeneración natural de especies nativas y exóticas y la supervivencia de árboles jóvenes nativos plantados cerca de la exótica planta de hoja caduca.
Advirtieron que, en zonas de matorrales, la riqueza y abundancia de especies nativas aumenta bajo plantas nodrizas más grandes, como la rosa mosqueta. En ese sentido, concluyeron que “es posible que la restauración forestal en áreas previamente invadidas por Rosa rubiginosa logre resultados altamente positivos en regiones donde las plantas nativas están protegidas de la desecación”.
Así, los matorrales de rosa mosqueta que invaden áreas pueden ser sitios de restauración forestal ya que las especies leñosas pioneras se regeneran naturalmente bajo la planta nodriza. Por su alto requerimiento de luz, las plantas jóvenes de este y otros arbustos exóticos no representan una fuente inicial de competencia para las especies nativas plantadas debajo de la planta nodriza.
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